El escuadrón fantasma - Capitulo 1

*Narra Rukia*

¿Por qué demonios me habían elegido a mí? Si hay que vigilar a Ichigo, que lo haga un soldado normal. ¡Soy una teniente! Ukitake-Taicho me había elegido para esa misión. Yo no quería hacerla, pero medio Seiretei estaba de acuerdo en que yo hiciera esa misión. Según ellos, yo soy la más indicada para esta misión porque conozco bien a Ichigo.

- Que remedio - suspiré -. Pero, no veo a Ichigo por ninguna parte.

Entré por la ventana y me encontré cara a cara con Kon.

- ¡Nee-san! 

Le dí una patada al peluche que me había saltado encima. Entonces, entró Isshin.

- ¿Pero qué?

¡Me ha descubierto! Tengo que salir de aquí. 

- ¿Qué hace este peluche aquí? - ¡Kon! El padre de Ichigo se había fijado en él - ¿Es que mi hijo no tiene revistas porno? A lo mejor...

Isshin miró a Kon y empezó a buscar una cremallera para abrir el peluche.

- Papá, ¿Qué estás haciendo? - dijo Ichigo desde la puerta.

- ¿Dónde están Ichigo?

- ¿El qué?

- Las revistas porno.

- No tengo.

- ¡Deberías tener! Como todo chico de tu edad. No será... ¿¡Qué aún eres un niño y eres incapaz de reconocerlo!?

- Viejo, vete ya.

- Hijo, ¿Es que no me quieres?

- Si, te quiero mucho - dijo Ichigo empujando a su padre hacia la puerta. Me giré y... ¡Dios mío! ¿Que hace Ichigo en toalla? Ichigo cerró la puerta y se apoyó en ella.

- ¿Qué haces aquí, Rukia?

- Esto... Yo... - ¿Qué le digo? No puedo decirle que me han encargado vigilarle.

- ¿Alguna misión?

- Si.

- ¿ Tienes que vigilarme?

- ¡No! ¡Esa no es mi misión! - dije nerviosa.

- Ya... ¿Te importaría darte la vuelta?

- ¿Eh? ¿Para qué?

- Tengo que cambiarme y es un poco incomodo que me estés mirando.

Me giré e Ichigo abrió el armario. Estoy nerviosa. Es la primera vez que estoy en una situación como ésta.

- Ichigo...

- Dime.

- Todo esta muy tranquilo desde que terminó la guerra de los mil años. 

- Si... ¿Están todos bien?

- Si, están bien. Nii-sama está un poco raro desde que todo terminó.

- ¿Raro?

- Creo que está buscando un hombre para mí.

- ¿No eres muy joven para casarte?

- Nii-sama dice que ya debería casarme.

- ¿No sería más justo que te dejara elegir con quién casarte?

- Nii-sama es Nii-sama. No puedo hacerle cambiar de opinión.

- ¿Y si desaparecieras?

- No puedo hacer eso.

- Byakuya no sabe dónde vivo.

- ¿Me estás diciendo que me quede aquí a vivir?

- Es una opción - Ichigo se sentó a mi lado -. Seguro que desde aquí no se ven tantas estrellas como desde el Seiretei.

- Podré acostumbrarme.

- Esta noche tendrás que dormir en el armario.

- Me lo imaginaba.

Me metí en mi gigai para poder dormir sin tener que compartir cama conmigo misma.

- Buenas noches Rukia - me dijo Ichigo.

- Buenas noches.

Soy tonta. ¿Porqué no me atrevo? Sólo es Ichigo. Bueno, mañana ya pensaré en este tipo de cosas.

*Narra Ichigo*

En mitad de la noche me despertaron unos gritos que venían de mi armario.

- ¿Rukia?

Me levanté y abrí el armario. Rukia estaba teniendo una pesadilla.

- Rukia. ¡Despierta Rukia! - dije mientras la sacudía.

- Ichi... Go... - me dijo asustada y se lanzó a mi cuello -. ¡Ichigo! ¡He pasado tanto miedo!

- Tranquila, ya ha pasado. ¿Qué has soñado?

- Algo horrible. No quiero ni recordarlo.

- Rukia, cuéntamelo.

- Nii-sama te asesinaba ante mis ojos y luego quemaba tu cadáver. Luego me obligó a casarme con un hombre que debía pesar media tonelada y era más bajito que tú. Además, era feo.

- Creo que hay datos irrelevantes. Ven - cogí a Rukia en brazos y la llevé a mi cama.

- Espera un momento Ichigo. ¿No es un poco precipitado?

- ¿De qué hablas? Duérmete, mañana hay que levantarse temprano.

- Ichigo.

- ¿Qué ocurre?

- Abrázame. Tengo miedo.

La abracé. Rukia estaba temblando de miedo. Le dí un beso en la cabeza.

- Duérmete, yo te protegeré.

- Arigatou Ichigo.

*Narra Rukia*

Me levanté por la mañana e Ichigo aún me abrazaba. Tiene una cara muy dulce cuando duerme. Le acaricié la mejilla. Mi mano apenas la cubría.

- ¿Es por eso que dicen que soy pequeñita?

- ¡Onii-chan! ¡El desayuno está listo! - Yuzu, la hermana de Ichigo, entró en la habitación -. ¡Despierta Onii-chan!

- Buenos días Yuzu - dijo Ichigo girándose hacia su hermana medio dormido y frotándose un ojo. 

- El desayuno está listo. También hay para tu chica.

- Vale.

Yuzu se fue de la habitación y entonces dije:

- Ichigo, ¿Acaso no la has oído?

- Esto... ¿Ha dicho mi chica?

- Sí, lo ha dicho. ¿Se referiría a mí?

- Probablemente. Papá le habrá dicho algo. ¿Tienes ropa?

- No demasiada, y casi toda es de tu hermana.

- Tienes ese vestido que te hizo Ishida. Puedo pedirles a mis hermanas que te dejen ropa.

- Te estás portando demasiado bien conmigo.

- Hemos vivido mucho juntos y siempre me has estado ayudando. Es normal que ahora quiera ayudarte.

- Pero si casi todo lo solucionabas tú.

- Eso ahora no es importante. Tú siempre estabas allí para mí.

- Pero Ichigo... - Ichigo me lanzó el vestido que hacía tiempo me había hecho Ishida y se metió en el armario con su ropa. Aún pude ver esa sonrisa que esbozaban sus labios. ¡Que mono por dios! ¡No hay cosa más mona en este mundo que Ichigo sonriendo! ¡Ni siquiera Nii-sama podría superarlo!

Me vestí deprisa para no dejar a Ichigo encerrado en el armario. 

- Rukia, ¿Puedo salir ya? - me dijo Ichigo desde dentro del armario.

- Sí, puedes salir - dije mientras intentaba ponerme el último calcetín. Me caí hacia atrás de la fuerza que hacía y, antes de que pudiera golpearme, Ichigo me cogió.

- Has mejorado. ¿Cómo lo has hecho Ichigo?

- Yoruichi-san y Urahara-san me han estado enseñando. Ahora soy tan rápido como tu querido Nii-sama.

Tan rápido... ¿Cómo Nii-sama? Yo diría que es mucho más rápido.

Bajamos a desayunar y la otra hermana de Ichigo le dijo:

- Ichi-nii, eso te pertenece - señaló al techo con los palillos mientras una mano blanca cogía su sopa - ¡Oye tú!

- Ogichi, deja la sopa de Karin en su sitio.

- Pero Ichigo - dijo ese extraño ser del techo -, tengo hambre.

- Comerás luego.

- Desagradecido - susurró ese ser.

- Lo he oído.

Ese ser saltó dentro del cuerpo de Ichigo. Ichigo ni siquiera se inmutó.

- Rukia, ven a desayunar.

Ya me habían reservado el sitio al lado de Ichigo. Mientras desayunábamos, Isshin anunció:

- ¡Hoy nos vamos de acampada para celebrar que Ichigo tiene novia!

Ichigo escupió el arroz y yo casi me ahogo. Suerte que Ichigo me dio un par de golpes y me hizo escupirlo.

- ¿Estás bien Rukia? - me preguntó Ichigo cuando pude respirar. Sólo pude asentir.

- ¿Lo ves, papá? - dijo Karin -. Te has precipitado y casi la matas.

- ¿Quéé? - el padre de Ichigo se lanzó al suelo y empezó a pedirme disculpas - ¡Lo siento! ¡No quería que murieras! ¡Lo siento mucho!

- No pasa nada - le dije -, estoy bien. Pero deje de hablar cómo si estuviera muerta.

- ¡Si! ¡Lo siento mucho!

*Narra Ichigo*

Sólo a mi padre se le ocurriría llevarnos de acampada en un camping. Y que ese camping estuviera en la cima de una montaña. Y que dicha montaña sólo se pudiera subir a pie.

Íbamos en coche hasta el pie de la montaña. Yo voy delante y Rukia detrás. Mis hermanas no dejan de hacerle preguntas sobre lo que pasó anoche.

- ¿Y que hacías en la cama de nuestro hermano si no eres su novia? - le preguntó Yuzu.

- Más importante, ¿Cómo entraste? - añadió Karin.

- Pues... Me escapé de casa de mis tíos. Me estaban presionando para que me casara con un hombre al que no amo. Ellos no saben dónde vivís, así que era el mejor sitio para esconderme. Entré por la ventana de la habitación de Ichigo. Él me dijo que durmiera en el armario ya que estaría más cómoda que en el suelo. Por la noche tuve una pesadilla y terminé durmiendo en su cama.

- Yo pensé que pasaría algo más interesante - dijo Yuzu.

- Cuéntales tu pesadilla Rukia.

- Ni hablar. No quiero volver a pasar miedo.

Miré hacia la ventana y sonreí. Entonces mi padre anunció:

- Ya hemos llegado, es esta montaña.

Bajamos del coche, cargamos con todas las cosas y empezamos a subir la montaña. A medio camino, Rukia empezó a cansarse.

- Si... Estuviera... Fuera de... Este gigai... Ya estaría... Arriba... - me dijo Rukia.

- Sólo a ti se te ocurre venir con ese tipo de zapatos y cargar con tantas cosas. Anda, sube a mi espalda.

- Pero Ichigo, ¿No serás tu el que se canse?

- Estaré bien, no te preocupes.

Rukia se subió a mi espalda. Creo que había cogido su peso en cosas.

- Ichigo, siento que tengas que cargarme.

- No pasa nada, estoy acostumbrado.

- ¿Tan duro fue tu entrenamiento con Urahara?

- Si, fue muy duro.

- ¡Ichi-nii! ¡Os vais a quedar atrás! - me gritó Karin varios metros delante de mí.

- ¡Ya vamos!

Eché a correr y pasé por delante de mi familia.

- ¡Ichigo! ¡Espera a tu querido padre!

- ¡Ichigo! - me gritó Rukia -. ¡No vayas tan deprisa! ¡Podríamos hacernos daño!

- ¡Tranquila! ¡No pasa nada!

*Narra Rukia*

Cuando llegamos a la cima, Ichigo estaba agotado, pero había esquivado todos los obstáculos que se había encontrado.

- ¡Ichigo! - gritó el padre de Ichigo -. ¿¡Porque dejas atrás a tu querido padre!?

- Rukia... Baja, por favor...

Bajé de su espalda y se desmayó de agotamiento.

- ¡Ichigo! ¿¡Estás bien!? ¡Ichigo!

Ichigo se recuperó una hora más tarde. Había quedado agotado por la carrera. Cuando despertó ya estaban las tiendas montadas y yo estaba a su lado dentro de una.

- ¿Cómo te encuentras Ichigo?

- Bien - Ichigo se incorporó de golpe.

- ¡Ichigo! ¡No deberías moverte!

- Estoy bien, pero gracias por preocuparte por mí.

Ichigo me dió un beso en la mejilla y salió de la tienda. Un momento... ¡Me ha besado! ¡Aaah! ¡Dios mío! ¡Ojalá la próxima vez sea en los labios! ¿Qué estoy diciendo? No habrá próxima vez. Me casaré con el hombre que Nii-sama me elija y...

- "¿Pero qué demonios dices?" - dijo una voz dentro de mí.

- ¿Quién eres?

- "Eso ahora no es importante. Lo importante aquí es que amas a Ichigo y no te das cuenta."

- Pero Nii-sama...

- "¡Déjate de Nii-sama! Ese hombre no te ve como una hermana, sinó como su cuñada."

- ¡Eso no es verdad!

- "Claro que lo és. ¡Declárate a Ichigo! ¡Se ve demasiado que lo amas!"

- Pero...

- "Tengo que irme. Ya veré si te has declarado luego."

Fui a cenar. Ichigo tenía la cara de siempre, tan seria. Y pensar que no sonríe desde la muerte de su madre.

Después de cenar, Ichigo se fue. Le seguí y pude ver como ese ser blanco salía de dentro de él. No podía oír de lo que hablaban.

*Narra Ichigo*

- Rukia nos está siguiendo - me dijo Ogichi.

- Lo sé. No la mires. Que no sé dé cuenta de que la hemos visto.

- ¿Para què quieres llevarla tan lejos?

- He estado pensando Ogichi. Puede que quiera a Rukia.

- ¿Sólo puede?

- Vale, la amo. Voy a declarame esta noche.

- ¿Enserio? ¿Lo has meditado bien? Dime que lo has meditado.

- No harás que me eche atrás. Voy a hacerlo aunque no lo quieras.

- En ese caso, creo que este es un buen sitio.

- ¿Eh? - me giré. Ogichi se había sentado en el suelo y se puso a mirar las estrellas.

- Se ven muchas estrellas desde aquí.

- Nunca pensé que un hollow se fijara en esas cosas.

- Te queda mucho por saber.

Me senté a su lado y él volvió a mi mundo interior. Rukia ocupó su lugar.

- Desde aquí se ven muchas más estrellas que desde tu casa - me dijo Rukia.

- Es porque no hay luz que las tape.

- Que bonito.

- No tanto como tú.

- ¿Qué acabas de decir?

- Rukia, tengo... Tengo que decirte algo importante.

- ¿De qué se trata?

- Yo... - cerré los ojos, cogí aire y grité -. ¡TE AMO!

El grito se escuchó por todo el valle en forma de eco. Rukia había quedado en shock.

- Ichi... Go... Yo...

- Entiendo que quieras hacer lo que te pida Byakuya, pero eso es lo que yo siento y nada lo hará cambiar.

- Aishiteru Ichigo - me dijo Rukia a la vez que me abrazaba.

- Rukia...

- ¿Si?

- ¿Querrías salir conmigo?

- Si, claro que sí.

Volvimos los dos juntos a nuestra tienda, aunque esa noche casi fue como nuestra casa.